¿Cómo se subtitula profesionalmente? (I) (Las cosas claras…)

En primer lugar, debo señalar que esta entrada se dirige más al público en general que a los profesionales de la traducción, que sin duda ya habrán escuchado batallar a los traductores audiovisuales acerca de las (surrealistas) condiciones en las que subtitulamos y entienden nuestra problemática de ausencia de referencias y restricción de caracteres a la perfección.
Por otra parte, no pretendo aquí sentar cátedra sobre lo que se hace y cómo se hace. Esta entrada se basa en mi experiencia profesional como subtituladora freelance, que no es sino una pequeña parte del pastel del subtitulado hacia al español (de España) de títulos (muy) comerciales para cine y DVD.
Largo y tendido se ha hablado sobre el subtitulado amateur o fansubbing (si os interesa, os recomiendo leer estoestoestoesto y esto), y más numerosos y acalorados aún son los debates doblaje vs. subtitulado. Ambas cuestiones me entusiasman por varios motivos; quizá es porque creo que todas las opciones pueden convivir en paz y armonía, y son necesarias. Para mí es como debatir si debe desaparecer la mandarina porque se parece a la naranja y además es más pequeña. Cada modalidad tiene su finalidad y, si bien siempre tendremos una preferencia personal, la pluralidad hace que nuestro oficio y nuestro servicio llegue a más usuarios. ¿La traducción no se trataba de comunicar mensajes entre individuos que no se entienden?
Del fansubbing a la práctica profesional del subtitulado (o “los que no cobran” vs. “los que cobran”)
La ciencia avanza que es una barbaridad. Y con ella la tecnología. Y con ella nuestras ganas de ver lo que sea antes que nadie y comentarlo en Twitter rozando el spoiler. Aquí es donde entra un segundo debate: ¿calidad o inmediatez? Me atrevería a decir que, gracias a la difusión del fansubbing y a la incorporación de estudiantes de titulaciones relacionadas con los idiomas y con los conocimientos técnicos necesarios, que ven en esta práctica un campo de pruebas donde adquirir experiencia (y sentirse realizados, claro que sí), la calidad del subtitulado amateur mejora a pasos agigantados.
I want it all and I want it now!
Sin embargo, el público no siempre valora el esfuerzo de estos (no) profesionales, que recordamos trabajanpor amor al arte de traducir, y aprietan las tuercas cada vez más, con lapidarias expresiones como estas (extraídas de Twitter):
A ver si los traductores se ponen las pilas con los subtítulos que ya me estoy bajando el nuevo capítulo de XXX.
Alianza para unos traductores de peliculas decentes
 
o la mejor, sin duda:
Estos pinches traductores de películas están por la verga. ¡Por la verga, les digo!
Como pequeño recordatorio al público interesado, no por mucho apretar el subtítulo es más temprano…
Por suerte, parece que yo, al cobrar por mi trabajo, pertenezco al elitista grupo de los “intocables” para la audiencia. Mentira cochina. Si en el fansubbing critican la calidad, en el subtitulado profesional se quejan, con más razón aún, de esa misma calidad, y de paso aprovechan para recordarnos qué somos muuuuy lentos. En definitiva, como parece que a muchos no le queda claro el proceso integral de traducción de los subtítulos, y algunos no conocen las magníficas condiciones de trabajo del subtitulador, aquí os presento en pequeñas entregas el vademédum del subtitulador profesional. Porque yo lo valgo.
¿De dónde salen los subtituladores?

 

La realidad es que no nacemos en el campo y nos recogen en ramilletes. Los subtituladores profesionales somos expertos en una lengua extranjera y en la nuestra propia. Con esto quiero resaltar que no sólo debemos procurar comprender todos los giros, acentos, juegos de palabras y demás palabros que escuchamos en un material multimedia totalmente imprevisible, sino que nuestra redacción en el idioma meta debe ser pluscuamperfecta. Podéis entender que, si en el caso de la traducción para doblaje debemos dar unas indicaciones lingüísticas correctas y exactas, más mimo incluso tendremos que poner en un texto que vemos escrito, a un tamaño considerable y que admite comparaciones con el original. ¡Ahí es !
Además, la práctica del subtitulado requiere unos conocimientos técnicos adicionales, que no sólo implican el dominio de herramientas para la edición del texto, sino también el uso de aplicaciones de audio y vídeo combinadas con el texto. Por lo tanto, nos exigen, como es lógico, que sepamos traducir, y se presupone que venimos de fábrica con las prácticas despotting (ver glosario abajo) ajuste, visionado y un largo etcétera.
En el mercado comercial freelance existen dos posibilidades: trabajar con tus propias herramientas o con aplicaciones suministradas por las agencias o distribuidoras. Por mi experiencia, cuanto más grande es la empresa, más organizada está, y menos margen de maniobra deja al traductor. Por un lado, tenemos la ventaja de no tener que preocuparnos de crear un flujo de trabajo propio, porque nos lo dan todo pautado; como rasgo negativo, debemos estar abiertos continuamente al uso de herramientas nuevas (que suelen ser incompatibles con todo lo existente en este planeta). Esta característica es la que precisamente debería empujar a la docencia de la traducción audiovisual a “enseñar a pescar” al alumno, más que hacerlos expertos en una única aplicación.

Y hablando de enseñanza-aprendizaje de la práctica del subtitulado, en la actualidad, existen numerosos centros reglados y no reglados para la enseñanza del subtitulado profesional. Van desde lo más técnico y específico hasta la integración de esta disciplina en un máster oficial. Si estás interesado, no te resultará difícil encontrar la formación que mejor se adapte a tus necesidades.

De lo general a lo particular

 
¿De qué es especialista el subtitulador de cine y televisión? De todo y de nada.
Como subtituladora, pasan por mis manos encargos de todo tipo: anuncios comerciales de empresas, manuales de instrucciones interactivos, documentales, extras y comentarios del director, capítulos de series, escenas eliminadas… No sólo debemos estudiar y recordar las pautas para la traducción de cada tipología, sino que cada encargo tiene unas características propias, las de la lengua oral, que hoy está más viva que nunca.

Pues sí. Hoy estoy dando personalidad y voz a los personajes de una película de dibujos animados; mañana tendré que investigar sobre tecnicismos instrumentales, porque tengo que subtitular el making-of de un concierto; y pasado me toca la peli comercial de coches máscool del momento (toca slang fijo). ¿A que sería más fácil que cada uno subtitulara lo que le apasionada y lo que más conoce? Pues no te va a tocar subtitular sólo pelis de Brad Pitt, que lo sepas (y a lo mejor acabas visionando uno o dos conciertos de Justin Bieber si te pones bravo…).

Si no puedes hacerlo,
quizá no puedas subtitularlo…

Por lo tanto, cuando los admiradores de grandísimas sagas de series o películas, que conocen al dedillo hasta cómo se llama la bisagra de esa nave o el Pantone del color del pelo de ese elfo, afirman categóricamente que ellos podrían hacerlo mejor que yo, tengo dos opciones:

1. Reconocer mis limitaciones y no aceptar ese tipo de encargos. Lo he hecho en más de una ocasión por ética profesional, ineptitud personal y ausencia total de rentabilidad.
2. Intentar ponerle todo mi corazón y mi cerebro, y hacerlo lo mejor posible dentro de los límites temporales y mentales, en estos encargos y en todos los demás, esperando que las estresantes horas de estudio exprés de los 500 foros que existen sobre esa novela llevada al cine para empezar a subtitular ¡ya! hayan dado un fruto al menos aceptable para la audiencia.


Un poco de aquí y un poco de allá

En este mundo globalizado, altamente tecnificado y blablablabla, todo se reduce a: time is money! ¿Que tenemos una temporada completa para DVD? ¿Por qué esperar a que un único traductor que haya subtitulado las temporadas anteriores se encargue de ello? ¿Para qué? ¡Eso es el camino fácil! Mejor ponemos a tres traductores (con experiencia o no en esta serie), dos revisores y dos “visionadores” para todo y vamos que nos vamos.

Una mañana me levanto y tengo una asignación de un tema que desconozco por completo y, en mi trabajo de subtitulado, tan sencillo a ojos de los demás, entra también ver algo relacionado con el encargo que se haya hecho en el pasado (episodios en otros idiomas, películas antiguas, tráilers, póngaseaquíloqueproceda). Después de volverme loca durante muchos años, he decidido curarme en salud: soy una friki del cine y de la televisión. Me lo veo todo. Todo lo comercial, claro. Me levanto viendo series de asesinos y me acuesto con vampiros (no literalmente, pero alguno ya está avisado).

Con Sheldon me acuesto, con Dexter me levanto…

Es cierto que no subtitular el DVD completo con todos sus extras, juegos, ruidos y demás es el peor de los casos, pero suele ocurrir con frecuencia. De ahí que el contacto entre los miembros del equipo y el seguimiento de una pautas de consistencia para cada encargo sea crucial (hablaremos de la parte técnica en próximas entregas).

Recordatorio importante: Errar es de humanos vs. Si quieres voy y te digo cómo hacer tu trabajo

 

La práctica del subtitulado, al igual que la traducción para doblaje o la traducción literaria, hacen que el traductor sea más visible que nunca, por el alcance y la difusión de su trabajo. No creo que nadie se acuerde de mi madre si encuentra un fallo  ortográfico en un manual técnico de instalación de una perforadora industrial, pero si el giro que ve escrito en pantalla no le gusta… ¡Ay! ¡Tierra trágame!
Cuando subtitulo me siento árbitro de primera división: hago mi trabajo lo mejor que puedo para que una masa encolerizada profiera insultos y afirme que hasta sus hermanos pequeños (de todos) podrían hacerlo mejor. Pese a que la traducción para subtitulado no es un trabajo tan espontáneo, también tenemos una gran presión temporal, desconocimiento de lo que pasó antes o después de que llegara a nosotros ese encargo y, lo que es más importante, tenemos un cerebro humano.
Si os paráis a pensar esto, es como exigir a un pintor que tenga listo un cuadro en un día todos los días de su vida, y que todos sean Picassos.
La imagen y el texto audiovisual no caben en un subtítulo, y la tarea de plasmar la idea en un espacio reducido con la mejor creatividad no siempre es posible. A veces las musas no aparecen por ningún lado por más que las buscas y tienes uno, dos, tres días para desarrollar todo el proceso.
¿Y en qué consiste este proceso?
En la próxima entrega… El chocolate espeso.

 

 

Bibliografía para curiosos (I):
1. Sobre fansubbing (gracias a @Vicent_Torres):

 

 

Por qué los fansubs hacen buenas traducciones
[Ver otros recursos en enlaces arriba]

2. Herramientas para el subtitulado:
Subtitular y reeditar vídeos online, artículo rescatado de En la web 2.0
3. Conceptos básicos y pautas para subtitular:

Fortunas y adversidades del máster en Traducción creativa y humanística

Cuando en 2014 acabé el grado en Traducción y Mediación interlingüística en la UV quedé tan hastiada que me propuse no volver a estudiar nada de traducción en esta universidad. Había tenido algunos profesores maravillosos e hice amigos increíbles, pero como no es oro todo lo que reluce, también había habido importantes sombras en los cuatro años de la titulación. Sin embargo, tiendo a tener que tragarme mis palabras y el hecho de que estéis leyendo esto lo manifiesta: volví.

Empecé el máster con ilusión ya que iba a retomar la traducción literaria, mi gran pasión, e iba a hacer algunos pinitos en traducción audiovisual, que era una gran desconocida. Además, el hecho de que fuese un máster interuniversitario me hacía pensar que podía mantener la esperanza de aprender de los mejores y en parte ha sido así. Eso sí, ha habido algunos aspectos que merecen ser mencionados y que son muy mejorables.

Las optativas según la web de la UV

En primer lugar y aunque a mí no me pilló por sorpresa, sé de muchos compañeros que se dejaron encandilar por el plan de estudios del máster y la amplia oferta de asignaturas optativas que aparecía en la web (ver aquí) y se dieron de bruces con la realidad. No sé si será por falta de recursos económicos o de profesionales que impartan las materias, pero las optativas se redujeron notablemente (para muestra, el horario del curso 2015-2016) y, de hecho, en la especialidad de francés solo teníamos dos optativas: Traducción teatral y poética y Literatura y cine.
Importante: Podéis matricularos en las optativas de inglés (o la de italiano) aunque seáis de francés y viceversa. Tenedlo en cuenta, que si no os pasará como a una compañera y a mí misma, que nos matriculamos solo en las optativas de francés y luego no nos dejaron cambiarnos porque en las asignaturas de francés éramos demasiado pocos.

Tras este pequeño aviso introductorio, os comento brevemente lo que ha sido mi experiencia en las distintas asignaturas del máster y quedo a vuestra disposición por correo o redes sociales (Twitter y Facebook) si queréis más detalles, que tampoco quiero agobiaros demasiado por aquí.

En general, la parte teórica, que fueron los dos primeros meses del máster, me pareció un retorno a primero-segundo de grado, aunque hay cosas que no había dado y otras que había olvidado. Entiendo sin embargo su función unificadora, ya que hay perfiles muy distintos entre los estudiantes, aunque sí es cierto que unos cuantos veníamos del grado en Traducción.

– Deontología y práctica profesional ha sido una asignatura útil, aunque se quedó corta por el hecho de tener cuatro profesores y solo seis semanas de clase. Carlos Hernández nos dio la parte más teórica, con la ética y deontología del traductor, que os sonará en algunos casos a la Traductología del grado. José Santaemilia nos ha dado unas clases con contenidos más prácticos, como las salidas profesionales y qué formularios rellenar en Hacienda y la Seguridad Social si nos queremos establecer como autónomos. Dora Sales nos dio dos clases sobre documentación y lo hizo de forma tan amena que nos supo a poco. Por último, Anabel Borja nos habló de la fiscalidad y nos proporcionó documentos útiles si queremos ser autónomos o crear una empresa.

– Enfoques teóricos en los estudios de traducción ha sido dos asignaturas en una, ya que aunque los dos profesores vienen del campo de la Lingüística, los contenidos eran totalmente independientes. Pese a todo, me ha gustado. Ángel López nos dio lingüística, sobre todo neurolingüística, que es su tema de especialidad. Montserrat Veyrat nos habló de las teorías de la traducción y cómo se complementan entre ellas.
Como complemento a esta asignatura, en noviembre tuvimos, en el marco del Simposio de lexicografía que se celebró en la UV, la suerte de contar con la intervención de algunos especialistas, como Francisco Moreno-Fernández, director del observatorio de lengua española en la Universidad de Harvard.

– Análisis discursivo aplicado a la traducción ha sido otro caso de dos asignaturas en una. Daniel Jorques nos habló de temas de prensa y cómo puede afectar al trabajo del traductor. Por otra parte, Isabel García Izquierdo se centró en las corrientes de traducción que tienen en cuenta los enfoques textuales y, lamentablemente, no tuvimos tiempo para abordar todo el temario.

– Corrección y edición de textos ha sido una de mis asignaturas preferidas, ya que hemos ido elaborando un dosier con distintas cuestiones de corrección que si bien parecían simples (acentuación, género y número), luego provocaron muchos debates. Además, en la última sesión nos enfrentamos a una corrección de galeradas, algo totalmente nuevo para mí. El profesor es Enric Serra, director del máster, que es bastante accesible.

Para que nadie se asuste, os prevengo desde ya: en la mayoría de casos, no hay exámenes sino trabajos.

Cuando pasó la Navidad (literalmente, la primera clase fue el 7 de enero), llegó la parte práctica, en la que el grupo se separó por especialidades, en este caso, inglés y francés. Personalmente, como estaba en el itinerario de francés, de repente me sentí «sola»: solo éramos cinco y acabamos siendo aún menos, mientras que en inglés eran más de treinta. La verdad, no sé cómo pueden mantener una especialidad con un número tan bajo de matriculados, pero no me quejo, así todos podíamos participar tanto como quisiésemos.
Mejor me dejo de tonterías y comento las asignaturas.

– Análisis de textos literarios y audiovisuales ha sido, de nuevo, una asignatura dos por uno. La parte de audiovisuales nos la dio Adela Cortijo, quien a través de las escenas que nos proyectó, nos enseñó a diferenciar los distintos tipos de plano en cine entre otras cuestiones, aunque reconozco que si no entiendes demasiado de cine igual te pierdes un poco y tienes que repasar más en casa (o esa es mi sensación después de las clases). La parte de textos literarios, por otro lado, corrió a cargo de Domingo Pujante y consistió en el análisis, traducción y comentario de relatos cortos en francés.

– Traducción de géneros narrativos para jóvenes y niños me ha hecho ver de otra forma este tipo de literatura. Ana Monleón fue la encargada de impartirnos estas clases, en las que analizamos y tradujimos cuentos destinados a distintas edades y también nos introdujimos en la literatura de culturas africanas, menos habituales pero igualmente interesantes. A título personal, debo decir que aunque la asignatura no es lo que esperaba, la profesora es tan agradable y cercana a los alumnos que acabé disfrutando como una enana.

– Traducción de géneros narrativos para adultos me ha encantado y lamento no ser muy objetiva. El profesor ha sido Ignacio Ramos y nos ha hecho esforzarnos para encontrar una respuesta a cada por qué. Hemos analizado fragmentos de obras de los siglos XIX y XX, de autores como Verne y Maupassant y la metodología de trabajo era la presentación de un fragmento elegido por el profesor por parte de cada alumno. Teníamos que introducir el fragmento en el contexto en el que se enmarcaba, traducirlo y justificar cada decisión de esta traducción, lo que nos hizo darle muchas vueltas a la cabeza pero aprendimos mucho.

Estudio de doblaje de la UJI

– Traducción para doblaje me hizo no volver a ver el doblaje de la misma forma. Se ha encargado de enseñarnos Rosa Agost y creo que nunca podré agradecerle lo suficiente todo lo que se ha involucrado con nosotros. Ha sido una asignatura muy práctica en la que tuvimos que traducir y ajustar fragmentos de series de dibujos animados, de un documental, de una serie para adolescentes y de una película. Cada uno de estos ejercicios estuvo lleno de retos, con Rosa además comentamos los errores que habíamos tenido y en la última sesión nos fuimos al estudio de doblaje de la UJI. De acuerdo, tuvimos que desplazarnos a Castellón, pero fue muy divertido y, además, nos dimos cuenta de la importancia de un buen ajuste cuando tratamos de poner voz a los personajes con nuestras traducciones.

– Traducción para subtitulado, por su parte, nos ha servido para ser sintéticos. Con Pedro Mogorrón, profesor de la UA, hemos subtitulado algunos vídeos del francés al español y viceversa, lo que nos ha obligado a ser creativos en las dos lenguas. Hemos trabajado principalmente con el Subtitle Workshop aunque también hemos utilizado el AegiSub y, al final, cada alumno seguía con la herramienta con la que se sentía más cómodo. Aquí nos hemos dado cuenta de la importancia de tener un laboratorio de idiomas que funcione bien y que, pese a que los informáticos lo han intentado, la rebelión de las máquinas es muy molesta.

Como antes he comentado, también teníamos que elegir dos optativas de entre la lista. Os cuento cómo me ha ido con las dos que he cursado:

– Literatura y cine nos la han dado entre Adela Cortijo y Ana Monleón. Adela se ha encargado de la parte más audiovisual y Ana se ha centrado en la comparación entre la obra literaria y la fílmica, que además era lo que después se nos pedía a los alumnos. En cierta parte era una asignatura complementaria de Análisis de textos literarios y audiovisuales y, una vez más, me ha lastrado no tener demasiada cultura cinematográfica, ya que sentía que me perdía cosas importantes. Es más, en un primer momento quise cambiarme de optativa, pero no pude por las razones que he dicho al principio: éramos demasiado pocos.

– Traducción poética y teatral me ha gustado porque me ha hecho acercarme a géneros literarios que no conozco tanto como la narrativa. Además, éramos dos alumnas y la sensación de clase particular estaba más presente que nunca. En la parte de poética hemos tenido a Evelio Miñano y aquí, aunque he salido bien parada en las traducciones, me he dado cuenta de la importancia de conocer la literatura de la lengua de partida, en este caso la poesía. Domingo Pujante, por su lado, nos ha impartido traducción teatral, que ha sido una continuación de su parte de Análisis literarios y audiovisuales y me permitió reencontrarme con L’hiver sous la table, una obra de la que trabajamos algunos aspectos en cuarto de grado.

Por último, en mi caso he elegido el itinerario investigador, así que he tenido algunas sesiones que servían de introducción a una tesis doctoral con algunos de los profesores del máster. Ha habido ocasiones en las que me sentido abrumada por la envergadura de una tesis y otras en las que he sentido que estaba aprendiendo sin parar. Estas sesiones también nos han servido para guiarnos en el trabajo final de máster (TFM), que para los estudiantes de este itinerario consiste en un trabajo de investigación.

En resumen, esta es una breve síntesis de lo que han dado de sí los algo más de seis meses del máster. Me han servido para formarme en algunos campos que no conocía, pero me ha dado la sensación de que al tratarse de un curso que quería aunar traducción literaria y audiovisual, al final se ha quedado corto en los dos aspectos.
Personalmente he quedado bastante contenta, aunque hay cosas que se podían haber hecho mejor y me consta que mis compañeros de inglés están algo menos satisfechos.

Entre símbolos y sin palabras: nuevo libro de Judith Farwick sobre toma de notas

Judith S. Farwick se formó como intérprete en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Colonia (TH Köln, Alemania) y en la Universidad de Granada (España) y trabaja actualmente en Düsseldorf (Alemania) como intérprete de conferencias, investigadora, profesora y conferenciante con el alemán, inglés y español como lenguas de trabajo. Judith ha recopilado su experiencia profesional de los últimos 20 años en un nuevo libro que acaba de publicar, «Between the Signs», sobre la toma de notas y el uso de símbolos. Estoy encantada de que Judith haya querido compartir su experiencia con nosotros en esta entrevista:

¿Por qué un libro sobre símbolos y toma de notas, Judith?

Porque hacía falta, fue así de simple. Estaba trabajando de profesora de interpretación simultánea y de toma de notas y buscaba un libro de enseñanza, o algo con ejemplos, ejercicios, etc. Como no encontré nada adecuado, empecé a preparar mis propias hojas de ejercicios, desarollando paso a paso un método para enseñar la toma de notas a base de símbolos. Tras dos años y tres clases de estudiantes, parecía una consecuencia lógica compilar todo lo que había preparado, y todo lo que había llegado a saber sobre el aprendizaje efectivo, en forma de un libro de texto. La meta fue ayudar a los estudiantes a sentar las bases de su toma de nota, a la vez que ofrecía a otros docentes un instrumento para sus clases.

¿Tu fuente de inspiración?

¡Los estudiantes! Fue increíble lo que aportaron a las clases, tanto en lo que se refiere a la creación de nuevos símbolos como a ayudarme a entender cómo funcionan los idiomas; y en general el uso de todo tipo de signos para designar objetos y conceptos.

¿Y Rozan? ¿Qué tiene de Rozan tu libro y qué no tiene?

Estoy de acuerdo con mucho de lo que Rozan propone, sobre todo con la idea de que cada intérprete debería adaptar su sistema invidualmente. Sin embargo, mi forma de proceder es distinta: Rozan propone un catálogo fijo, muy limitado, de símbolos. En cambio, yo prefiero un catálogo muy amplio de símbolos, enfocado a la creación sistemática de símbolos propios, que pueden modificarse y combinarse casi sin fin. Mi idea es que cada símbolo es un sistema en sí mismo, es decir, ofrece un marco visual dentro del cual pueden moverse y cambiarse de manera sistemática los elementos que forman parte de ese símbolo. Por ejemplo, si un símbolo contiene una flecha, la flecha puede ser corta o larga, puede apuntar hacia arriba, hacia abajo, hacia un lado … puede ser recta o torcida, etc. Este sistema que propongo es un método que usa símbolos basados en el sistema del lenguaje visual. Y la combinación de varios símbolos también funciona de la misma manera; por ejemplo, un símbolo puede ser más largo, o estar más a la izquierda que otro, y puedo variar la distancia entre los signos, o dejar que se solapen. Las mismas reglas que podemos aplicar a un símbolo individual sirven para un conjunto de signos, o bien para toda la hoja. De modo que se puede anotar gran parte de la información no mediante los símbolos como tales, sino mediante su orientación y su relación con otros signos y componentes de los mismos. De ahí el título del libro «Between the Signs». Por otro lado, no me parece necesario limitar el número de símbolos que se pueden aprender, igual que nunca dejamos de aprender vocablos nuevos. De todas formas si trabajas con 20 símbolos, una vez memorizados o bien interiorizados, puedes anotar 20 conceptos, que me parece muy poco. Si empleas, digamos, 15 símbolos y 5 formas de modificarlos, son igualmente 20 unidades que hay que aprender, pero el número total de ideas que puedes representar incrementa a 75. Y más importante aún es que resulta mucho más fácil tomar notas con símbolos propios. Un símbolo que desarollas tú mismo para anotar algun concepto, no te hace falta memorizarlo, porque ya es tuyo.

En 2015 publicaste «Zwischen den Zeichen» ¿Qué diferencias, si las hay, existen entre la obra de 2015 en alemán y «Between the Signs»?

Muy buena pregunta ya que al principio del proyecto de «Between the Signs» no tenía ni idea de cuántas adaptaciones iban a ser necesarias. Poco a poco me fui dando cuenta de que, aunque los símbolos que uso como ejemplos no dependen en su mayoría de un idioma en particular, otros sí están basados en el alemán o en conceptos culturales o sociales que no funcionarían fuera de Alemania. Por ejemplo, en «Zwischen den Zeichen» para el concepto ‘trabajo, labor, empleo’ propongo usar como símbolo una simplificación del logotipo de la oficina de empleo alemana, algo parecido a una letra ’A’ grande o un triángulo, que es muy fácil de copiar. Sobre todo, es algo que todos los que viven en Alemania reconocen con facilidad. Para «Zwischen den Zeichen» era ideal, porque no hacía falta aprenderlo, ya que es algo que se conoce, se comprende, se relaciona automáticamente con el concepto del trabajo.
Sin embargo, «Between the Signs» se dirige a estudiantes de todo el mundo así que tenía que reemplazar todos los símbolos de contexto específicamente alemán por símbolos verdaderamente internacionales, como en este caso la señal de tráfico con la que se anuncian las obras. Además, dado que el inglés no es mi lengua materna, necesitaba que lo revisara un hablante nativo; Susan Ring me hizo el enorme favor de meterse de lleno en el manuscrito, y no sólo dio el acabado al texto inglés sino que también me señaló detalles que nunca habría notado sin su ayuda.
Un ejemplo: uno de los símbolos que uso con más frecuencia es el signo de interrogación ’?’. En mi letra se parece a una ‘S’ grande; Susan me indicó que ella apenas reconocía mi interrogación como tal y que para poder reconocerlo debería parecerse más a un gancho, como de una percha.

Seguro que tienes algún símbolo favorito y ejemplos de ideas que se te han resistido, para las que te ha costado encontrar un símbolo ¡Cuéntanos!

Uno de mis símbolos favoritos se lo debo a una estudiante que lo inventó espontáneamente en clase: acababa de introducir la idea de usar un rectángulo de tres lados abierto hacia abajo para indicar conceptos como empresa o negocio. Ella me sugirió poner una rayita vertical al lado del rectángulo y dijo: “este es el cliente, quiere entrar y comprar algo”; lo dijo como lo más natural del mundo, y fue tan simple y lógico que nunca se me ha olvidado, y dejé atrás el símbolo que siempre había usado para ‘cliente’ y adopté el suyo. Pero tienes razón, no es siempre tan fácil. Hablando de ‘fácil’, es un ejemplo perfecto del concepto de ‘facilidad’, ‘simplicidad’; llevaba mucho tiempo buscando un símbolo que me conviniera. Al final encontré un homófono inglés (‘ez’), que se pronuncia igual que ‘easy’, y a mí me sirve. Y eso es lo importante: un pictograma, un acrónimo, o lo que sea, tú tienes que relacionarlo con el concepto que quieres describir. Puede ser que no tenga sentido para nadie salvo para ti, pero da igual. En cambio, los signos más lógicos puede que no te sirvan para nada si te cuesta descodificarlos.

Imagino que escribir el libro ha sido un proceso de aprendizaje muy interesante ¿En qué te ha ayudado escribir este libro?

Lo que todavía me ayuda mucho, sobre todo con mi Blog, es haber aprendido a dibujar y grabar los símbolos en formato digital, cosa que nunca había hecho antes. Annette Wolf, la diseñadora gráfica a la que debo la composición y la portada de los libros, me lo enseñó con muchísima paciencia. Ahora, desarollar un pictograma nuevo, modificarlo, grabarlo y publicarlo en línea me cuesta sólo unos minutos.

¿Qué es lo que más te ha costado?

Escribir un libro siempre me recuerda a mi tesina de Máster, podría haber seguido escribiendo y redactando sin fin. Una de las catedráticas me aconsejó entonces que tenía que llegar a ‘despedirme’ del texto. Sin embargo, al escribir una tesina tienes una fecha de entrega. Al escribir un libro, tú tienes que decidir cuándo llega el día de entrega, tienes que identificar el momento en el que crees que el texto está bien, es suficiente, estás contenta – aceptando el manuscrito como esté, a sabiendas de que podría perfeccionarse aún más. Encontrar ese momento y despedirme del texto es lo que me ha costado más.

¿Y las nuevas tecnologías? ¿Qué crees que pueden aportar a la toma de notas y la consecutiva?

Seguro que ya aportan mucho a la enseñanza, posibilitando seminarios web y clases a distancia en general. También ha llegado a ser mucho más fácil hacer investigaciones durante la preparación de un trabajo. Pero a fin de cuentas, lo único que me hace falta para tomar notas durante la consecutiva son un bloc y un bolígrafo, y me encanta ser capaz de trabajar tan autónoma, sin cables ni baterías.

Antes de finalizar dinos cuál es tu libro favorito sobre interpretación, aparte de «Between the Signs» ?

No es un libro sobre interpretación en el sentido científico, sino más bien una obra literaria. Para mí describe a la perfección nuestro trabajo, ese viajar entre varios mundos, no sólo lingüísticos sino mentales, para volver a regresar siempre a tu propia casa, tu mundo más privado: «Corazón tan blanco» de Javier Marías.

 

¡Gracias, Judith!

Etimología de ‘chocolate’

Chocolate es una palabra de origen náhuatl. El náhuatl es una de las lenguas de las primeras naciones americanas. Pertenece a la familia uto-azteca. Fue la lengua franca del Imperio azteca de Tenochtitlán antes de la llegada de los españoles. Todavía hoy la hablan alrededor de un millón y medio de personas en México.

La etimología del sustantivo chocolate es objeto de discusión. Parece claro que el elemento final -late procede de atl, que significa ‘agua’ en náhuatl. Por su parte, el componente inicial choco- podría proceder de xócoc (‘agrio, amargo’). Por tanto, el chocolate sería un ‘agua amarga’. Los pueblos centroamericanos ya consumían bebidas a base de cacao desde mucho antes del encontronazo con los europeos. Sin embargo, la idea de añadirle azúcar es una innovación de los europeos.

El término está atestiguado en nuestro idioma desde 1570 aproximadamente. Encontramos la palabra por primera vez en la Historia natural de la Nueva España del médico toledano Francisco Hernández:

(1) La tercera especie de bebida, llamada chocollatl, se prepara con granos de póchotl y de cacahóatl en igual cantidad y dicen que engorda extraordinariamente si se usa con frecuencia [Francisco Hernández: Historia natural de la Nueva España].

Como vemos, Hernández utiliza la forma chocollatl. Además, ya se había percatado de que el chocolate engorda (es lo que pasa con casi todas las cosas buenas en esta vida).

Unos años después, en 1590, ya encontramos la forma actual: chocolate. La tenemos documentada en la Historia natural y moral de las Indias del jesuita José de Acosta. Reproduzco a continuación el fragmento en que describe la bebida conocida como chocolate, que causaba furor en el México de la época:

(2) El principal beneficio de este cacao es un brebaje que hacen, que llaman chocolate, que es cosa loca lo que en aquella tierra le precian […] Y en fin, es la bebida preciada y con que convidan a los señores que vienen o pasan por su tierra los indios; y los españoles (y más las españolas hechas a la tierra) se mueren por el negro chocolate. Este sobredicho chocolate dicen que hacen en diversas formas y temples: caliente y fresco y templado. Usan echarle especias y mucho chili; también le hacen en pasta, y dicen que es pectoral y para el estómago, y contra el catarro. Sea lo que mandaren, que en efecto los que no se han criado con esta opinión, no le apetecen. El árbol donde se da esta fruta es mediano y bien hecho, y tiene hermosa copa; es tan delicado, que para guardalle del sol y que no le queme, ponen junto a él otro árbol grande, que sólo sirve de hacelle sombra, y a éste llaman la madre del cacao [José de Acosta: Historia natural y moral de las Indias].

El texto nos confirma que el chocolate primero se consumió como bebida, que se condimentaba con especias y que a veces se consumía picante. De América pasó a España y desde allí se extendió rápidamente por toda Europa. En todos los lugares despertaba el mismo entusiasmo, a pesar de tratarse de un alimento de superlujo (o quizás precisamente por eso). Como suele suceder en estos casos, el nuevo producto llevaba de la mano el nombre con el que primero se le conoció. Así, la lengua castellana se convirtió en el vehículo que introdujo esta palabra americana en los diferentes idiomas de Europa. Hoy chocolate es un internacionalismo y su expansión ha llegado a tal punto que se ha convertido prácticamente en una palabra universal.

El naturalista sueco Linneo bautizó al árbol del cacao como Theobroma cacao, que es lo mismo que ‘alimento de los dioses’ (pero dicho en griego para mayor claridad).

En fin, voy a dejar este artículo aquí y me voy a zampar media tableta de chocolate porque de tanto escribir sobre él, al final me han entrado ganas de saborearlo. Y me da igual que engorde.

¿QUÉ ES EL MÉTODO GRAMÁTICA-TRADUCCIÓN?

Una lengua es, a grandes rasgos, una herramienta que permite la comunicación entre dos o más personas. El origen de una lengua es eminentemente oral, y la escritura es tan solo un código que permite plasmar en un soporte la palabra hablada. De hecho, aún se conservan lenguas —como, por ejemplo, las lenguas chinantecas, en México— que carecen de escritura. Podríamos decir, por tanto, que una lengua puede carecer de escritura, pero nunca de oralidad. 

Esta breve introducción nos conduce a hablar de los métodos que se emplean tanto en la enseñanza como en el aprendizaje de una segunda lengua. Cada individuo puede encontrar en el estudio de una lengua diferentes motivaciones, pero el propósito de aprender una lengua es, como hemos dicho, comunicarse con otras personas. No obstante, en otros casos el objetivo de estudiar una lengua es aprender a leer su literatura y a traducir a nuestra lengua. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en la enseñanza de las lenguas clásicas. El latín y el griego clásico no se estudian para comunicarnos con otros hablantes de latín —que los hay— o de griego clásico, pues en ese caso sería más útil aprender cualquier lengua romance o griego moderno. Se estudian para comprender los textos escritos en tales lenguas. 

Cuando se enseña una lengua clásica, por lo general, se emplea el llamado método gramática-traducción —que también se conoce como método tradicional—. Su enseñanza consiste en tener una buena base gramatical para, posteriormente, aplicar los conocimientos de gramática en la traducción de oraciones o textos. O dicho de otro forma: se trata de un método esencialmente deductivo, porque primero se enseña la teoría —en este caso, la gramática— y después se pone en práctica en los ejercicios de traducción. Por tanto, es una forma de aprendizaje centrada en el plano escrito y que siempre tiene en cuenta la lengua materna, a la que se traducen las oraciones de la lengua que se está aprendiendo.

Además de prevalecer la lectura y la escritura, en este método también tiene bastante peso el vocabulario, que en muchos casos se aprende de memoria a partir de listas. Quienes hemos estudiado lenguas clásicas no podemos olvidarnos de los largos listados de términos correspondientes a las diferentes declinaciones. El fin último de conocer ese vocabulario no es ponerlo en práctica en una conversación, sino el de traducir oraciones. En una frase se activan diversas cuestiones gramaticales: la sintaxis, el caso gramatical, el género y número de las palabras, su morfología, la clase gramatical a la que pertenecen, etc.

Buena prueba de que este método no tiene como objetivo la comunicación redunda en que no se imparte en la lengua que se está enseñando —siguiendo con el ejemplo anterior, habría que pensar en el difícil ejemplo de impartir una clase en latín o griego clásico—, sino que siempre se tiene como base la lengua materna.

EL MÉTODO REFORMISTA, UNA FORMA OPUESTA DE ENSEÑAR Y APRENDER

En la actualidad, el método gramática-traducción convive con el método reformista, que es diametralmente opuesto. Este método, impulsado por los lingüistas H. Sweet, W. Viëtor y  P. Passy, consiste en otorgarle un mayor peso a la lengua hablada y, por tanto, también a la fonética y a la conversación. Uno de los principales problemas que tenemos los hispanohablantes a la hora de aprender inglés es que primero vemos la palabra y después tratamos de pronunciarla; en este método, la propuesta es la contraria: primero se enseña la fonética y luego la forma escrita —por tanto, prevalece la oralidad frente a la escritura—. Además, el conocimiento de la gramática es de carácter descriptivo más que normativo. De este modo, se aprende una lengua en su uso, sin juzgar qué es lo correcto o incorrecto gramaticalmente.

También es preciso señalar que las reglas gramaticales pasan a un segundo plano; a diferencia del método gramática-traducción, este es un método inductivo, es decir, del caso concreto a la generalización. Por tanto, quien aprende debe ser capaz de establecer generalizaciones a partir de las situaciones concretas en las que se ha desenvuelto. Otra diferencia con el método gramática-traducción es que, por lo general, la segunda lengua es la lengua en la que se aprende dicha lengua. O dicho de otra forma: así como una clase de latín se imparte en español —a partir del método gramática-traducción—, una clase de inglés, francés o italiano puede impartirse en inglés, francés o italiano siguiendo el método reformista.

Como inciso, es pertinente mencionar que no siempre se aplica el método gramática-traducción en la enseñanza de las lenguas clásicas. Un profesor de la Universidad de Navarra, Álvaro Sánchez-Ostiz, imparte la asignatura Lengua latina y su cultura en latín, como puede verse en este vídeo:

A la hora de aprender una segunda lengua, el método grámatica-traducción puede resultar demasiado alejado del propósito que tiene cualquier sistema de habla. El hecho de que requiera una amplia base léxica y gramatical no solo puede mermar el interés del alumno, sino que, además, no tiene por qué resultar útil en una conversación. Cualquier palabra puede tener diferentes significados en función del contexto en que se aplique; por tanto, obviar los contextos en una lengua es negar su dimensión pragmática, tan importante como la semántica a la hora de aprenderla.

En definitiva, los métodos de aprendizaje de una lengua resultan fundamentales a la hora de desarrollar las competencias que nos permitan comunicarnos de forma eficaz. En el caso del método gramática-traducción, como hemos visto, lo fundamental no es la comunicación en sí —ya sea oral o escrita—, sino la adquisición de una base gramatical y la correspondiente práctica en la traducción. Por eso, en nuestros días, son otros métodos los que interesan más a los estudiantes de segundas lenguas puesto que ofrecen un enfoque más centrado en el uso y más alejado de lo puramente gramatical y memorístico.

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Los 10 estereotipos de traductores más habituales que puedes encontrar

Hoy me apetecía hacer una entrada menos seria y darle un toque de humor al contenido del blog, ya que, aunque está bien aprender y debatir sobre temas traductológicos, nunca está de más reírse un poco a la vez que decir alguna que otra verdad. ?

A ver si reconoces o te identificas con alguno de los siguientes estereotipos. ?

1. El traductor que nunca acepta los cambios del revisor

Suponiendo que reciba los cambios para aprobarlos o al menos arbitrarlos, este tipo de traductor suele tener el ego un poco crecido y no acepta mejoras, pues cree que siempre está en lo correcto. Por supuesto, hay veces en las que tiene razón y el revisor se equivoca, pero en este caso lo normal es ver que acepta un cambio de cada diez propuestos.

Mi opinión: Hay que ser humilde y saber que cuatro ojos ven mejor que dos normalmente. Los destinatarios de la traducción final lo agradecerán.

2. El revisor que siempre le cambia todo al traductor

También tenemos el caso contrario: quizás por rabia de no ser el traductor, quizás por tener un mal día, este tipo de traductor/revisor no tiene piedad con el texto que recibe y lo cambia lo máximo posible para que se note quién manda aquí y que su versión es mejor. Además, así justifica su trabajo, no vaya a ser que prescindan de revisores si no hay tantos cambios.

Mi opinión: Si la traducción está realmente mal, habría que avisar al cliente primero para ver cómo proceder. Si es una traducción normal, pues oye, ¡todo puede mejorarse! Pero respeta también la versión del traductor si es correcta y evita cambios preferenciales.

3. El traductor o revisor al que todo le parece mal

Es la evolución de los dos primeros estereotipos. Da igual si traduce o si revisa: para esta persona, el cliente nunca tiene ni idea de cómo hacer las cosas, sus revisores nunca tienen ni pajolera idea de lo que hacen y sus traducciones y, en caso de ser el revisor, la traducción sobre la que tiene que trabajar es un desastre. Por supuesto, todo esto lo critica en las redes sociales para darse aún más importancia.

Mi opinión: De nuevo, hay que ser humilde. Si algo está mal, mejor decírselo a los interesados de la mejor manera posible para intentar mejorar. Creo que se deberían usar las redes sociales para otras cosas.

4. El traductor autónomo que trabaja en pijama

Venga, vamos cambiando el tono a algo más positivo. ? Este es un clásico: ¡que levante la mano quien sea traductor autónomo y no haya trabajado nunca en pijama! Bueno, o incluso sin camiseta si es verano.

También se pueden utilizar complementos, claro. En invierno, nada como una buena mantita o zapatillas eléctricas para estar calentito, así como usar mitones para que las manos no se te queden congeladas del todo y cada vez teclees más lento…

Mi opinión: Yo lo he hecho muchas veces, por supuesto. Aunque desde hace tiempo lo primero que hago al levantarme es ir al gimnasio, entrenar y ducharme para estar vestido ya durante todo el día. Así me siento más mentalizado para trabajar que con pijama, la verdad.

5. El traductor autónomo que hace videoconferencias con pantalones de pijama

Aunque a muchos les gusta estar en su cueva con pijama completo, a veces hay que hacer reuniones con equipos de traductores o revisores, o bien directamente con clientes. Cuando no aparecer en pantalla no es una opción, siempre es aceptable ponerse una buena camiseta, camisa o jersey… y buen pantalón de pijama. ?

Mi opinión: Yo juraría que nunca he tenido que hacer esto, pero sí conozco a algunos que lo hacen.

6. El traductor que incendia un foro hablando sobre tarifas

Ah, sí, las tarifas… ¡Eterno debate! Todo iba bien en un foro hasta que alguien pregunta qué cuanto se suele cobrar en tal trabajo. Al final la cosa empieza a degenerar y ya se empieza con que se si hay traductores que tiran el mercado con tarifas irrisorias, que los que traducen series para doblaje o videojuegos son una mafia, que si hay que crear un colegio de traductores para regular tarifas…

Mi opinión: Es bueno debatir sobre este tema, pero siempre con respeto y buenas argumentaciones, sin pretender echar balones fuera. Hace años grabé un vídeo cortito llamado Las tarifas de traducción explicadas en 2 minutos cuya idea central creo que sigue siendo válida.

7. El traductor de videojuegos que no puede decir en qué trabaja

Esto, por desgracia, no es muy gracioso, ya que le sucede a una gran mayoría de traductores de videojuegos. Aquí te encuentras de todo: desde clientes que ponen sin problema a todos los miembros que han participado en la localización de algún modo (como suele hacer Nintendo) hasta agencias que te hacen firmar que jamás de los jamases podrás hablar de en qué juegos has participado.

El reconocimiento creo que es necesario, e iniciativas como los Premios ATRAE ayudan bastante a visibilizar el trabajo de los traductores en general y, quizás especialmente por los estrictos acuerdos de confidencialidad, a los traductores de videojuegos.

Mi opinión: El tiempo me ha enseñado a no obsesionarme con este tema, pues al fin y al cabo hay que ser conscientes de que estás prestando un servicio por el que te pagan, y en realidad consumimos muchos productos y demás de los que no tenemos ni idea de quién los hace. Por ejemplo, el mismo derecho de ser reconocidos tienen los traductores técnicos o de aplicaciones móviles, cuyo trabajo también es muy importante.

Obviamente, apoyo el reconocimiento y soy al primero al que le gusta que le reconozcan las cosas como los juegos en los que trabajé en Nintendo, pero como digo, quizás con el tiempo he aprendido a sobrellevar este hecho.

Por cierto, un argumento que se suele dar es que no se revela la identidad de los traductores porque así el cliente puede contactar directamente con ellos en vez de pasar por la agencia, pero en mi experiencia, el cliente grande prefiere utilizar agencia siempre para no estar pendiente de cada traductor de forma individual (sobre todo cuando hay muchos idiomas a los que se traduce).

8. El intérprete que siempre tiene que aclarar que es intérprete y no traductor

Intérpretes, no me olvido de vosotros. Del mismo modo que el estudiante de Traducción e Interpretación tiene que repetirle a su entorno que no, que no quiere dedicarse al mundo del espectáculo, hoy en día sigue siendo muuuuy habitual que la gente ajena al sector llame «traductor» al que se dedica a hacer una interpretación consecutiva o bilateral. El traductor trabaja con la palabra escrita, mientras que el intérprete trabaja con el lenguaje oral (estoy simplificando mucho, pero para que nos entendamos).

Mi opinión: A mí a veces me han dicho que claro, que mi carrera es importante porque no solo se trata de traducir un texto, sino que hay que hay que interpretarlo bien para poder traducirlo. Por supuesto que es verdad, pero creo que es interpretar (nunca mejor dicho) lo de «Traducción e Interpretación» de una manera algo equivocada. ?

9. El traductor autónomo que nunca se pone enfermo

Si no trabajas, no facturas, así que ¿qué es eso de no hacer una traducción porque estás resfriado, con fiebre, con dolores en la espalda o con una tos tremenda? La verdad es que ser autónomo tiene una ventaja después de todo: ¡te haces resistente a las enfermedades!

Mi opinión: Por supuesto que me pongo enfermo de vez en cuando, sobre todo con resfriados y algún pequeño dolor de cabeza. Pero sinceramente creo que, en mis más de 10 años de traductor autónomo, nunca he dejado de trabajar por estar enfermo. Tampoco es que me estuviera muriendo, vaya. Ahora que lo pienso, creo que una vez tuve una migraña tremenda y me tuve que acostar, pero luego o al día siguiente recuperé el tiempo perdido.

10. El traductor que vive en una mansión y tiene un jet privado

Ah, ¿pero de verdad eso existe? ?

Mi opinión: De la traducción se puede vivir; de hecho, incluso muy bien. Eso sí, por ahora no me da para tener una mansión en Madrid o un jet privado, claro… Pero sí para vivir feliz y tranquilo. Con eso me basta.

11. (¡Bonus!) El traductor que lleva un rato preguntándose si debería poner minúscula después de «Mi opinión:»

Así me gusta, que cuestiones las cosas. Yo sinceramente creo que es mejor usar mayúscula porque estoy introduciendo lo de «Mi opinión» de forma similar a «Nota:» o «Ejemplo:», es decir, como un anuncio de que lo que sigue es mi opinión (también habría podido poner «Comentario:»). Me baso en el punto d de la Ortografía de la lengua española.

Por supuesto que hay más estereotipos que me he dejado, pero creo que más o menos estos son los principales. ¡Ya me contarás en los comentarios! ?

¿’Nobel’ o ‘novel’?

En español tenemos dos palabras muy parecidas, pero que se diferencian por su significado, por su ortografía e incluso por su pronunciación: Nobel y novel.

Nobel es el apellido del químico sueco Alfred Nobel. Este señor pasó a la historia por inventar la dinamita. Si se hubiera quedado ahí, la cosa no hubiera ido a mayores, pero es que además tuvo la loable idea de destinar su fortuna a dotar unos premios internacionales que llevan su nombre: los Premios Nobel. Y ahí fue cuando este nombre propio pasó al vocabulario de todas las lenguas europeas, incluida la nuestra.

Empecemos por la ortografía. La expresión Premio Nobel se escribe con mayúscula porque las denominaciones oficiales de premios y condecoraciones lo requieren según nuestras normas ortográficas. Vamos a poner un ejemplo en un contexto:

(1) Este año han concedido el Premio Nobel de Economía a los estadounidenses William D. Nordhaus y Paul M. Romer.

Si nos comemos la palabra premio para abreviar, Nobel mantiene su mayúscula:

(2) Gabriel García Márquez recibió el Nobel de Literatura en 1982.

Te habrás dado cuenta de que también van en mayúscula Economía y Literatura en (1) y (2). Esto es así porque este premio tiene varias categorías y a cada una de ellas se le aplica también la mayúscula inicial.

Vamos a complicar ahora el asunto. A veces nos referimos a las personas ganadoras del Nobel utilizando esta misma palabra, que entonces deja de ser un apellido, deja de ser el nombre de un premio y se convierte en una denominación que aplicamos a una persona. Pues bien, en ese caso desaparece la mayúscula porque lo que tenemos es un nombre común:

(3) Hemos invitado al nobel de literatura de este año a nuestro programa. Le tendremos con nosotros la próxima semana.

En (3) estamos hablando de una persona a la que van a entrevistar en un programa de televisión o de radio. Como puedes comprobar, también literatura pasa a escribirse con minúscula en este caso.

El apellido Nobel en sueco es palabra aguda. Por eso en español se recomienda también que carguemos el golpe de voz en la última sílaba: [prémio nobél]. Esta es la recomendación, que es muy sensata; pero el hecho es que la variante llana [nóbel] está enormemente extendida. No deberíamos rasgarnos las vestiduras si lo oímos pronunciar así.

Y luego está el adjetivo novel, que se aplica a quien se está estrenando en alguna actividad, profesión, condición, etc. Podemos ser conductores noveles, profesoras noveles, padres noveles (o sea, novatos). Esta palabra se escribe con uve y es aguda. Por tanto, su pronunciación es [nobél] y coincide con la recomendada para el apellido sueco.

Sea como sea, no debemos confundir la denominación del premio (Nobel) con el adjetivo (novel).

Con pelos en la lengua

El pelo es una parte de nuestro cuerpo perfectamente superflua. Podemos eliminar todos los pelos que cubren nuestro cuerpo y no nos pasará absolutamente nada. Sin embargo, los seres humanos le atribuimos una gran importancia a la presencia (o ausencia) de estas fibras de queratina.

Esto se refleja en el vocabulario de nuestra lengua, en la que las palabras y expresiones relacionadas con el pelo ocupan una parcela nada desdeñable. A partir de pelo tenemos derivados como peludo o piloso. También hemos formado compuestos como terciopelo, que se llama así porque es una tela que se teje con tres pelos. Todos los tejidos se forman cruzando dos hilos sobre un plano. El tercer pelo del terciopelo es el que sobresale en vertical, el pelillo que añade una tercera dimensión al tejido y lo hace especialmente valioso.

La calvicie es un problema peliagudo (perdón por el contrasentido). Quien consiga por fin inventar un crecepelo, sin duda, echará buen pelo, o sea, aumentará su fortuna porque muchos pagarían lo que fuera por recuperar su cabellera. Mientras tanto, el único remedio es hacerse con una peluca. Esta palabra es en realidad un préstamo del francés perruque, pero nosotros la retocamos para acercarla a nuestro sustantivo pelo porque así nos parecía que tenía más sentido (y, efectivamente, lo tiene). El hermano pequeño de la peluca es el peluquín. Si te digo que ni hablar del peluquín, es que estoy rechazando tu propuesta. Espero que no te lo tomes a mal. Si te enfadas, más adelante echaremos pelillos a la mar, que es lo mismo que reconciliarse. Pero si sigues enfadado conmigo, lo más probable es que no te vuelva a ver el pelo (en este caso, una parte de tu cuerpo se utiliza para representar a toda tu persona).

No puedo olvidar el verbo pelar, que es ‘quitar el pelo’. Por eso quien está pelón o no tiene pelo o se lo ha rapado. Las peladillas son almendras recubiertas de una pasta blanca de azúcar que hace que parezcan una cabeza pelada. Horripilar, por su parte, es poner los pelos de punta (horreo significaba en latín ‘ponerse erecto’).

La expresión a pelo viene de la época en que nos transportábamos a lomos de caballerías. Montar a pelo era sentarse directamente sobre la pelambre del animal, es decir, sin silla. Hoy se utiliza esta fórmula para expresar que algo se hace sin ningún tipo de protección. Estar a pelo, en cambio, es estar desnudo, que es lo mismo que estar en pelota (picada). Esta pelota es un aumentativo de pelo, pero algún malpensado puso la palabra en plural (estar en pelotas) porque se imaginó alguna otra parte de nuestra anatomía. Más allá de esto, si alguien hace a pelo y a pluma, debemos entender que le gustan tanto los hombres como las mujeres. Vamos, que es bisexual. A contrapelo es ir contra la inclinación natural del pelo. Puede ser muy molesto si nos estamos afeitando. En sentido figurado lo utilizamos para hablar de todo lo que violenta la naturaleza de algo. Quitarse el pelo de la dehesa es librarse de la condición rústica. Para ello es muy recomendable viajar (que no es lo mismo que hacer turismo).

Como ves, cuando me suelto el pelo (cuando actúo de forma desinhibida), es que no tengo pelos en la lengua: digo sin reparo todo lo que me apetece. Me gusta describir nuestro idioma con pelos y señales, que es hacerlo minuciosamente, con todo lujo de detalles. Pero no te creas que te estoy tomando el pelo. Lo último que querría es burlarme de ti porque tú no tienes un pelo de tonto y a mí, por tanto, se me podría caer el pelo: podría recibir un castigo o una regañina por mi mal proceder.

Yo soy un hombre de pelo en pecho y, por tanto, no escribo artículos de medio pelo, que en este caso serían artículos mediocres y de poca importancia. Ya, ya sé que esto último ha estado un poco traído por los pelos y por eso me voy a detener aquí.

Lo más importante para escribir

¿Qué es lo más importante para escribir en estos tiempos de Internet? La técnica viene bien. La facilidad de palabra no estorba. Un buen estilo es útil para brillar, para alzarse en medio del llano. Cuanto mejor engrasada esté la maquinaria del lenguaje, mejor responderá a las órdenes de nuestro cerebro, más suavemente nos conducirá a nuestra meta. Sin embargo, lo más importante no es saberse al dedillo las reglas de ortografía ni tener una sintaxis perfecta. Lo verdaderamente importante es tener algo que decir.

La Red está llena de repetidores, de antenas que se despliegan para lanzar amplificadas las voces que han captado en otro sitio, modificándolas quizás levemente. De lo que no andamos sobrados es de emisores, de centros de actividad desde donde surjan ondas nuevas, originales, inconfundiblemente personales.

Son muchos los que abren un blog o una cuenta en redes sociales para encontrarse a las pocas semanas con que se les acaba la cuerda. De pronto se ven con un megáfono entre las manos, pero no se les ocurre nada que contar o no se atreven. ¿Qué hacen? Repetir lo que va diciendo el de al lado o, simplemente, entonar la misma cantinela que todo el mundo procurando no desentonar. Si tú introduces una línea nueva en este coro, alguien te acompañará. No faltan altavoces, faltan voces que amplificar.

Tú también tienes algo que decir si descubres ese algo en lo que puedes ser el mejor. Es algo que solamente tú eres capaz de contar o quizás una manera de contarlo de la que solo tú eres capaz. Cuando das con esa vena, tus ideas no se agotan después de cuatro artículos. Cuanto más dices, más te queda por decir. Al final el problema no es andar luchando por encontrar un tema nuevo cada día, sino hacer frente a una tarea ingente que se va acumulando sin que se le adivine un final.

Aprender a decirlo bien es cuestión de tiempo y de voluntad. Habrá que conseguir que el lenguaje trabaje para ti y no en tu contra. Ve puliendo y afinando la expresión, pero el recorrido va de la idea a la palabra y no al revés.

Terremotos: algunas claves para una redacción más precisa

En las noticias sobre desastres naturales de origen geológico, en especial en las referidas a volcanes, terremotos y maremotos, se observan una serie de vacilaciones en el tratamiento de algunos términos y expresiones que conviene aclarar.
  1. Sismo y seísmoAmbas formas son apropiadas para nombrar a un terremoto o sacudida de la tierra. La primera es más común en Hispanoamérica y la segunda, en España.
  2. Hipocentro y epicentro. No deben confundirse: mientras que el hipocentro, también llamado foco sísmicoes el lugar en el interior de la corteza terrestre donde tiene origen un sismo, el epicentro es el punto en la superficie terrestre —aunque puede estar sumergido— donde el terremoto es más intenso. Además, puesto que no son hechos o eventos, sino lugares o puntos de la corteza terrestre, lo apropiado es decir que se localizanno que ocurren o se producen.
  3. Maremoto y tsunami. Dos términos que no hay que confundir, pues no son sinónimos. Mientras que un maremoto es un terremoto cuyo epicentro se localiza en el fondo del mar, un tsunami es la ola gigantescaproducida por un maremoto o por la erupción de un volcán submarino.
  4. Escalas de Richter y de MercalliMientras que la primera mide la magnitud de un movimiento sísmico, la energía que libera («una magnitud de 6,5 en la escala de Richter»), la escala de Mercalli mide su intensidad, los efectos que produce («una intensidad de grado VII en la escala de Mercalli»).
  5. Asolar, conjugación correcta. El verbo asolar, cuando significa destruir o arrasar’, puede conjugarse de forma regular o irregular, tal como recoge la Gramática académica. Así, se puede decir asuelo, asuelas, asuela, asuelen…, pero también asolo, asolas, asola, asolen…, siendo esta última la única conjugación apropiada del verbo asolar cuando significa ‘secar los campos o causar sequía’.
  6. Devastar, no desvastar. El verbo devastar es ‘destruir,‘arrasar un territorio’, y no hay que confundirlo con desbastar, que significa ‘quitar lo basto’ o ‘debilitar, gastar’, ni con desvastar, que es una forma híbrida inexistente en español y que, por tanto, debe evitarse.
  7. El adjetivo severo. El uso del adjetivo severo con el significado de ‘grave’ o ‘serio’ es un calco inapropiado de la palabra inglesa severe, por lo que lo adecuado es hablar de graves daños o daños serios, no de severos daños.
  8. Segar vidas, no sesgar vidas. Cuando se quiere significar ‘matar, acabar con la vida de alguien’, lo apropiado es emplear el verbo segar, no sesgar; por ello, la expresión adecuada es segar vidasno sesgar vidas.
  9. Tsunamirresistente y tsunamirresiliente. Estos dos neologismos, que aluden a la propiedad que tienen algunas construcciones de ser resistentes a los tsunamis, se escriben en una sola palabra, en redonda y con doble erre.
  10. Tremor, no trémor. En sismología, tremor alude a ‘un terremoto característico de los volcanes que refleja modificaciones en su estado interno’. Hay que tener en cuenta que se trata de una palabra aguda, es decir, que en su pronunciación se acentúa la última sílaba, /tremór/, y que no está justificado pronunciarla como llana, /trémor/.
 
Fuente: Fundéu
Enlace: http://www.fundeu.es/recomendaciones-T-terremotos-algunas-claves-para-una-redaccion-mas-precisa-1525.html