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Fortunas y adversidades del máster en Traducción creativa y humanística

Cuando en 2014 acabé el grado en Traducción y Mediación interlingüística en la UV quedé tan hastiada que me propuse no volver a estudiar nada de traducción en esta universidad. Había tenido algunos profesores maravillosos e hice amigos increíbles, pero como no es oro todo lo que reluce, también había habido importantes sombras en los cuatro años de la titulación. Sin embargo, tiendo a tener que tragarme mis palabras y el hecho de que estéis leyendo esto lo manifiesta: volví.

Empecé el máster con ilusión ya que iba a retomar la traducción literaria, mi gran pasión, e iba a hacer algunos pinitos en traducción audiovisual, que era una gran desconocida. Además, el hecho de que fuese un máster interuniversitario me hacía pensar que podía mantener la esperanza de aprender de los mejores y en parte ha sido así. Eso sí, ha habido algunos aspectos que merecen ser mencionados y que son muy mejorables.

Las optativas según la web de la UV

En primer lugar y aunque a mí no me pilló por sorpresa, sé de muchos compañeros que se dejaron encandilar por el plan de estudios del máster y la amplia oferta de asignaturas optativas que aparecía en la web (ver aquí) y se dieron de bruces con la realidad. No sé si será por falta de recursos económicos o de profesionales que impartan las materias, pero las optativas se redujeron notablemente (para muestra, el horario del curso 2015-2016) y, de hecho, en la especialidad de francés solo teníamos dos optativas: Traducción teatral y poética y Literatura y cine.
Importante: Podéis matricularos en las optativas de inglés (o la de italiano) aunque seáis de francés y viceversa. Tenedlo en cuenta, que si no os pasará como a una compañera y a mí misma, que nos matriculamos solo en las optativas de francés y luego no nos dejaron cambiarnos porque en las asignaturas de francés éramos demasiado pocos.

Tras este pequeño aviso introductorio, os comento brevemente lo que ha sido mi experiencia en las distintas asignaturas del máster y quedo a vuestra disposición por correo o redes sociales (Twitter y Facebook) si queréis más detalles, que tampoco quiero agobiaros demasiado por aquí.

En general, la parte teórica, que fueron los dos primeros meses del máster, me pareció un retorno a primero-segundo de grado, aunque hay cosas que no había dado y otras que había olvidado. Entiendo sin embargo su función unificadora, ya que hay perfiles muy distintos entre los estudiantes, aunque sí es cierto que unos cuantos veníamos del grado en Traducción.

– Deontología y práctica profesional ha sido una asignatura útil, aunque se quedó corta por el hecho de tener cuatro profesores y solo seis semanas de clase. Carlos Hernández nos dio la parte más teórica, con la ética y deontología del traductor, que os sonará en algunos casos a la Traductología del grado. José Santaemilia nos ha dado unas clases con contenidos más prácticos, como las salidas profesionales y qué formularios rellenar en Hacienda y la Seguridad Social si nos queremos establecer como autónomos. Dora Sales nos dio dos clases sobre documentación y lo hizo de forma tan amena que nos supo a poco. Por último, Anabel Borja nos habló de la fiscalidad y nos proporcionó documentos útiles si queremos ser autónomos o crear una empresa.

– Enfoques teóricos en los estudios de traducción ha sido dos asignaturas en una, ya que aunque los dos profesores vienen del campo de la Lingüística, los contenidos eran totalmente independientes. Pese a todo, me ha gustado. Ángel López nos dio lingüística, sobre todo neurolingüística, que es su tema de especialidad. Montserrat Veyrat nos habló de las teorías de la traducción y cómo se complementan entre ellas.
Como complemento a esta asignatura, en noviembre tuvimos, en el marco del Simposio de lexicografía que se celebró en la UV, la suerte de contar con la intervención de algunos especialistas, como Francisco Moreno-Fernández, director del observatorio de lengua española en la Universidad de Harvard.

– Análisis discursivo aplicado a la traducción ha sido otro caso de dos asignaturas en una. Daniel Jorques nos habló de temas de prensa y cómo puede afectar al trabajo del traductor. Por otra parte, Isabel García Izquierdo se centró en las corrientes de traducción que tienen en cuenta los enfoques textuales y, lamentablemente, no tuvimos tiempo para abordar todo el temario.

– Corrección y edición de textos ha sido una de mis asignaturas preferidas, ya que hemos ido elaborando un dosier con distintas cuestiones de corrección que si bien parecían simples (acentuación, género y número), luego provocaron muchos debates. Además, en la última sesión nos enfrentamos a una corrección de galeradas, algo totalmente nuevo para mí. El profesor es Enric Serra, director del máster, que es bastante accesible.

Para que nadie se asuste, os prevengo desde ya: en la mayoría de casos, no hay exámenes sino trabajos.

Cuando pasó la Navidad (literalmente, la primera clase fue el 7 de enero), llegó la parte práctica, en la que el grupo se separó por especialidades, en este caso, inglés y francés. Personalmente, como estaba en el itinerario de francés, de repente me sentí «sola»: solo éramos cinco y acabamos siendo aún menos, mientras que en inglés eran más de treinta. La verdad, no sé cómo pueden mantener una especialidad con un número tan bajo de matriculados, pero no me quejo, así todos podíamos participar tanto como quisiésemos.
Mejor me dejo de tonterías y comento las asignaturas.

– Análisis de textos literarios y audiovisuales ha sido, de nuevo, una asignatura dos por uno. La parte de audiovisuales nos la dio Adela Cortijo, quien a través de las escenas que nos proyectó, nos enseñó a diferenciar los distintos tipos de plano en cine entre otras cuestiones, aunque reconozco que si no entiendes demasiado de cine igual te pierdes un poco y tienes que repasar más en casa (o esa es mi sensación después de las clases). La parte de textos literarios, por otro lado, corrió a cargo de Domingo Pujante y consistió en el análisis, traducción y comentario de relatos cortos en francés.

– Traducción de géneros narrativos para jóvenes y niños me ha hecho ver de otra forma este tipo de literatura. Ana Monleón fue la encargada de impartirnos estas clases, en las que analizamos y tradujimos cuentos destinados a distintas edades y también nos introdujimos en la literatura de culturas africanas, menos habituales pero igualmente interesantes. A título personal, debo decir que aunque la asignatura no es lo que esperaba, la profesora es tan agradable y cercana a los alumnos que acabé disfrutando como una enana.

– Traducción de géneros narrativos para adultos me ha encantado y lamento no ser muy objetiva. El profesor ha sido Ignacio Ramos y nos ha hecho esforzarnos para encontrar una respuesta a cada por qué. Hemos analizado fragmentos de obras de los siglos XIX y XX, de autores como Verne y Maupassant y la metodología de trabajo era la presentación de un fragmento elegido por el profesor por parte de cada alumno. Teníamos que introducir el fragmento en el contexto en el que se enmarcaba, traducirlo y justificar cada decisión de esta traducción, lo que nos hizo darle muchas vueltas a la cabeza pero aprendimos mucho.

Estudio de doblaje de la UJI

– Traducción para doblaje me hizo no volver a ver el doblaje de la misma forma. Se ha encargado de enseñarnos Rosa Agost y creo que nunca podré agradecerle lo suficiente todo lo que se ha involucrado con nosotros. Ha sido una asignatura muy práctica en la que tuvimos que traducir y ajustar fragmentos de series de dibujos animados, de un documental, de una serie para adolescentes y de una película. Cada uno de estos ejercicios estuvo lleno de retos, con Rosa además comentamos los errores que habíamos tenido y en la última sesión nos fuimos al estudio de doblaje de la UJI. De acuerdo, tuvimos que desplazarnos a Castellón, pero fue muy divertido y, además, nos dimos cuenta de la importancia de un buen ajuste cuando tratamos de poner voz a los personajes con nuestras traducciones.

– Traducción para subtitulado, por su parte, nos ha servido para ser sintéticos. Con Pedro Mogorrón, profesor de la UA, hemos subtitulado algunos vídeos del francés al español y viceversa, lo que nos ha obligado a ser creativos en las dos lenguas. Hemos trabajado principalmente con el Subtitle Workshop aunque también hemos utilizado el AegiSub y, al final, cada alumno seguía con la herramienta con la que se sentía más cómodo. Aquí nos hemos dado cuenta de la importancia de tener un laboratorio de idiomas que funcione bien y que, pese a que los informáticos lo han intentado, la rebelión de las máquinas es muy molesta.

Como antes he comentado, también teníamos que elegir dos optativas de entre la lista. Os cuento cómo me ha ido con las dos que he cursado:

– Literatura y cine nos la han dado entre Adela Cortijo y Ana Monleón. Adela se ha encargado de la parte más audiovisual y Ana se ha centrado en la comparación entre la obra literaria y la fílmica, que además era lo que después se nos pedía a los alumnos. En cierta parte era una asignatura complementaria de Análisis de textos literarios y audiovisuales y, una vez más, me ha lastrado no tener demasiada cultura cinematográfica, ya que sentía que me perdía cosas importantes. Es más, en un primer momento quise cambiarme de optativa, pero no pude por las razones que he dicho al principio: éramos demasiado pocos.

– Traducción poética y teatral me ha gustado porque me ha hecho acercarme a géneros literarios que no conozco tanto como la narrativa. Además, éramos dos alumnas y la sensación de clase particular estaba más presente que nunca. En la parte de poética hemos tenido a Evelio Miñano y aquí, aunque he salido bien parada en las traducciones, me he dado cuenta de la importancia de conocer la literatura de la lengua de partida, en este caso la poesía. Domingo Pujante, por su lado, nos ha impartido traducción teatral, que ha sido una continuación de su parte de Análisis literarios y audiovisuales y me permitió reencontrarme con L’hiver sous la table, una obra de la que trabajamos algunos aspectos en cuarto de grado.

Por último, en mi caso he elegido el itinerario investigador, así que he tenido algunas sesiones que servían de introducción a una tesis doctoral con algunos de los profesores del máster. Ha habido ocasiones en las que me sentido abrumada por la envergadura de una tesis y otras en las que he sentido que estaba aprendiendo sin parar. Estas sesiones también nos han servido para guiarnos en el trabajo final de máster (TFM), que para los estudiantes de este itinerario consiste en un trabajo de investigación.

En resumen, esta es una breve síntesis de lo que han dado de sí los algo más de seis meses del máster. Me han servido para formarme en algunos campos que no conocía, pero me ha dado la sensación de que al tratarse de un curso que quería aunar traducción literaria y audiovisual, al final se ha quedado corto en los dos aspectos.
Personalmente he quedado bastante contenta, aunque hay cosas que se podían haber hecho mejor y me consta que mis compañeros de inglés están algo menos satisfechos.

Entre símbolos y sin palabras: nuevo libro de Judith Farwick sobre toma de notas

Judith S. Farwick se formó como intérprete en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Colonia (TH Köln, Alemania) y en la Universidad de Granada (España) y trabaja actualmente en Düsseldorf (Alemania) como intérprete de conferencias, investigadora, profesora y conferenciante con el alemán, inglés y español como lenguas de trabajo. Judith ha recopilado su experiencia profesional de los últimos 20 años en un nuevo libro que acaba de publicar, «Between the Signs», sobre la toma de notas y el uso de símbolos. Estoy encantada de que Judith haya querido compartir su experiencia con nosotros en esta entrevista:

¿Por qué un libro sobre símbolos y toma de notas, Judith?

Porque hacía falta, fue así de simple. Estaba trabajando de profesora de interpretación simultánea y de toma de notas y buscaba un libro de enseñanza, o algo con ejemplos, ejercicios, etc. Como no encontré nada adecuado, empecé a preparar mis propias hojas de ejercicios, desarollando paso a paso un método para enseñar la toma de notas a base de símbolos. Tras dos años y tres clases de estudiantes, parecía una consecuencia lógica compilar todo lo que había preparado, y todo lo que había llegado a saber sobre el aprendizaje efectivo, en forma de un libro de texto. La meta fue ayudar a los estudiantes a sentar las bases de su toma de nota, a la vez que ofrecía a otros docentes un instrumento para sus clases.

¿Tu fuente de inspiración?

¡Los estudiantes! Fue increíble lo que aportaron a las clases, tanto en lo que se refiere a la creación de nuevos símbolos como a ayudarme a entender cómo funcionan los idiomas; y en general el uso de todo tipo de signos para designar objetos y conceptos.

¿Y Rozan? ¿Qué tiene de Rozan tu libro y qué no tiene?

Estoy de acuerdo con mucho de lo que Rozan propone, sobre todo con la idea de que cada intérprete debería adaptar su sistema invidualmente. Sin embargo, mi forma de proceder es distinta: Rozan propone un catálogo fijo, muy limitado, de símbolos. En cambio, yo prefiero un catálogo muy amplio de símbolos, enfocado a la creación sistemática de símbolos propios, que pueden modificarse y combinarse casi sin fin. Mi idea es que cada símbolo es un sistema en sí mismo, es decir, ofrece un marco visual dentro del cual pueden moverse y cambiarse de manera sistemática los elementos que forman parte de ese símbolo. Por ejemplo, si un símbolo contiene una flecha, la flecha puede ser corta o larga, puede apuntar hacia arriba, hacia abajo, hacia un lado … puede ser recta o torcida, etc. Este sistema que propongo es un método que usa símbolos basados en el sistema del lenguaje visual. Y la combinación de varios símbolos también funciona de la misma manera; por ejemplo, un símbolo puede ser más largo, o estar más a la izquierda que otro, y puedo variar la distancia entre los signos, o dejar que se solapen. Las mismas reglas que podemos aplicar a un símbolo individual sirven para un conjunto de signos, o bien para toda la hoja. De modo que se puede anotar gran parte de la información no mediante los símbolos como tales, sino mediante su orientación y su relación con otros signos y componentes de los mismos. De ahí el título del libro «Between the Signs». Por otro lado, no me parece necesario limitar el número de símbolos que se pueden aprender, igual que nunca dejamos de aprender vocablos nuevos. De todas formas si trabajas con 20 símbolos, una vez memorizados o bien interiorizados, puedes anotar 20 conceptos, que me parece muy poco. Si empleas, digamos, 15 símbolos y 5 formas de modificarlos, son igualmente 20 unidades que hay que aprender, pero el número total de ideas que puedes representar incrementa a 75. Y más importante aún es que resulta mucho más fácil tomar notas con símbolos propios. Un símbolo que desarollas tú mismo para anotar algun concepto, no te hace falta memorizarlo, porque ya es tuyo.

En 2015 publicaste «Zwischen den Zeichen» ¿Qué diferencias, si las hay, existen entre la obra de 2015 en alemán y «Between the Signs»?

Muy buena pregunta ya que al principio del proyecto de «Between the Signs» no tenía ni idea de cuántas adaptaciones iban a ser necesarias. Poco a poco me fui dando cuenta de que, aunque los símbolos que uso como ejemplos no dependen en su mayoría de un idioma en particular, otros sí están basados en el alemán o en conceptos culturales o sociales que no funcionarían fuera de Alemania. Por ejemplo, en «Zwischen den Zeichen» para el concepto ‘trabajo, labor, empleo’ propongo usar como símbolo una simplificación del logotipo de la oficina de empleo alemana, algo parecido a una letra ’A’ grande o un triángulo, que es muy fácil de copiar. Sobre todo, es algo que todos los que viven en Alemania reconocen con facilidad. Para «Zwischen den Zeichen» era ideal, porque no hacía falta aprenderlo, ya que es algo que se conoce, se comprende, se relaciona automáticamente con el concepto del trabajo.
Sin embargo, «Between the Signs» se dirige a estudiantes de todo el mundo así que tenía que reemplazar todos los símbolos de contexto específicamente alemán por símbolos verdaderamente internacionales, como en este caso la señal de tráfico con la que se anuncian las obras. Además, dado que el inglés no es mi lengua materna, necesitaba que lo revisara un hablante nativo; Susan Ring me hizo el enorme favor de meterse de lleno en el manuscrito, y no sólo dio el acabado al texto inglés sino que también me señaló detalles que nunca habría notado sin su ayuda.
Un ejemplo: uno de los símbolos que uso con más frecuencia es el signo de interrogación ’?’. En mi letra se parece a una ‘S’ grande; Susan me indicó que ella apenas reconocía mi interrogación como tal y que para poder reconocerlo debería parecerse más a un gancho, como de una percha.

Seguro que tienes algún símbolo favorito y ejemplos de ideas que se te han resistido, para las que te ha costado encontrar un símbolo ¡Cuéntanos!

Uno de mis símbolos favoritos se lo debo a una estudiante que lo inventó espontáneamente en clase: acababa de introducir la idea de usar un rectángulo de tres lados abierto hacia abajo para indicar conceptos como empresa o negocio. Ella me sugirió poner una rayita vertical al lado del rectángulo y dijo: “este es el cliente, quiere entrar y comprar algo”; lo dijo como lo más natural del mundo, y fue tan simple y lógico que nunca se me ha olvidado, y dejé atrás el símbolo que siempre había usado para ‘cliente’ y adopté el suyo. Pero tienes razón, no es siempre tan fácil. Hablando de ‘fácil’, es un ejemplo perfecto del concepto de ‘facilidad’, ‘simplicidad’; llevaba mucho tiempo buscando un símbolo que me conviniera. Al final encontré un homófono inglés (‘ez’), que se pronuncia igual que ‘easy’, y a mí me sirve. Y eso es lo importante: un pictograma, un acrónimo, o lo que sea, tú tienes que relacionarlo con el concepto que quieres describir. Puede ser que no tenga sentido para nadie salvo para ti, pero da igual. En cambio, los signos más lógicos puede que no te sirvan para nada si te cuesta descodificarlos.

Imagino que escribir el libro ha sido un proceso de aprendizaje muy interesante ¿En qué te ha ayudado escribir este libro?

Lo que todavía me ayuda mucho, sobre todo con mi Blog, es haber aprendido a dibujar y grabar los símbolos en formato digital, cosa que nunca había hecho antes. Annette Wolf, la diseñadora gráfica a la que debo la composición y la portada de los libros, me lo enseñó con muchísima paciencia. Ahora, desarollar un pictograma nuevo, modificarlo, grabarlo y publicarlo en línea me cuesta sólo unos minutos.

¿Qué es lo que más te ha costado?

Escribir un libro siempre me recuerda a mi tesina de Máster, podría haber seguido escribiendo y redactando sin fin. Una de las catedráticas me aconsejó entonces que tenía que llegar a ‘despedirme’ del texto. Sin embargo, al escribir una tesina tienes una fecha de entrega. Al escribir un libro, tú tienes que decidir cuándo llega el día de entrega, tienes que identificar el momento en el que crees que el texto está bien, es suficiente, estás contenta – aceptando el manuscrito como esté, a sabiendas de que podría perfeccionarse aún más. Encontrar ese momento y despedirme del texto es lo que me ha costado más.

¿Y las nuevas tecnologías? ¿Qué crees que pueden aportar a la toma de notas y la consecutiva?

Seguro que ya aportan mucho a la enseñanza, posibilitando seminarios web y clases a distancia en general. También ha llegado a ser mucho más fácil hacer investigaciones durante la preparación de un trabajo. Pero a fin de cuentas, lo único que me hace falta para tomar notas durante la consecutiva son un bloc y un bolígrafo, y me encanta ser capaz de trabajar tan autónoma, sin cables ni baterías.

Antes de finalizar dinos cuál es tu libro favorito sobre interpretación, aparte de «Between the Signs» ?

No es un libro sobre interpretación en el sentido científico, sino más bien una obra literaria. Para mí describe a la perfección nuestro trabajo, ese viajar entre varios mundos, no sólo lingüísticos sino mentales, para volver a regresar siempre a tu propia casa, tu mundo más privado: «Corazón tan blanco» de Javier Marías.

 

¡Gracias, Judith!