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Entre símbolos y sin palabras: nuevo libro de Judith Farwick sobre toma de notas

Judith S. Farwick se formó como intérprete en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Colonia (TH Köln, Alemania) y en la Universidad de Granada (España) y trabaja actualmente en Düsseldorf (Alemania) como intérprete de conferencias, investigadora, profesora y conferenciante con el alemán, inglés y español como lenguas de trabajo. Judith ha recopilado su experiencia profesional de los últimos 20 años en un nuevo libro que acaba de publicar, «Between the Signs», sobre la toma de notas y el uso de símbolos. Estoy encantada de que Judith haya querido compartir su experiencia con nosotros en esta entrevista:

¿Por qué un libro sobre símbolos y toma de notas, Judith?

Porque hacía falta, fue así de simple. Estaba trabajando de profesora de interpretación simultánea y de toma de notas y buscaba un libro de enseñanza, o algo con ejemplos, ejercicios, etc. Como no encontré nada adecuado, empecé a preparar mis propias hojas de ejercicios, desarollando paso a paso un método para enseñar la toma de notas a base de símbolos. Tras dos años y tres clases de estudiantes, parecía una consecuencia lógica compilar todo lo que había preparado, y todo lo que había llegado a saber sobre el aprendizaje efectivo, en forma de un libro de texto. La meta fue ayudar a los estudiantes a sentar las bases de su toma de nota, a la vez que ofrecía a otros docentes un instrumento para sus clases.

¿Tu fuente de inspiración?

¡Los estudiantes! Fue increíble lo que aportaron a las clases, tanto en lo que se refiere a la creación de nuevos símbolos como a ayudarme a entender cómo funcionan los idiomas; y en general el uso de todo tipo de signos para designar objetos y conceptos.

¿Y Rozan? ¿Qué tiene de Rozan tu libro y qué no tiene?

Estoy de acuerdo con mucho de lo que Rozan propone, sobre todo con la idea de que cada intérprete debería adaptar su sistema invidualmente. Sin embargo, mi forma de proceder es distinta: Rozan propone un catálogo fijo, muy limitado, de símbolos. En cambio, yo prefiero un catálogo muy amplio de símbolos, enfocado a la creación sistemática de símbolos propios, que pueden modificarse y combinarse casi sin fin. Mi idea es que cada símbolo es un sistema en sí mismo, es decir, ofrece un marco visual dentro del cual pueden moverse y cambiarse de manera sistemática los elementos que forman parte de ese símbolo. Por ejemplo, si un símbolo contiene una flecha, la flecha puede ser corta o larga, puede apuntar hacia arriba, hacia abajo, hacia un lado … puede ser recta o torcida, etc. Este sistema que propongo es un método que usa símbolos basados en el sistema del lenguaje visual. Y la combinación de varios símbolos también funciona de la misma manera; por ejemplo, un símbolo puede ser más largo, o estar más a la izquierda que otro, y puedo variar la distancia entre los signos, o dejar que se solapen. Las mismas reglas que podemos aplicar a un símbolo individual sirven para un conjunto de signos, o bien para toda la hoja. De modo que se puede anotar gran parte de la información no mediante los símbolos como tales, sino mediante su orientación y su relación con otros signos y componentes de los mismos. De ahí el título del libro «Between the Signs». Por otro lado, no me parece necesario limitar el número de símbolos que se pueden aprender, igual que nunca dejamos de aprender vocablos nuevos. De todas formas si trabajas con 20 símbolos, una vez memorizados o bien interiorizados, puedes anotar 20 conceptos, que me parece muy poco. Si empleas, digamos, 15 símbolos y 5 formas de modificarlos, son igualmente 20 unidades que hay que aprender, pero el número total de ideas que puedes representar incrementa a 75. Y más importante aún es que resulta mucho más fácil tomar notas con símbolos propios. Un símbolo que desarollas tú mismo para anotar algun concepto, no te hace falta memorizarlo, porque ya es tuyo.

En 2015 publicaste «Zwischen den Zeichen» ¿Qué diferencias, si las hay, existen entre la obra de 2015 en alemán y «Between the Signs»?

Muy buena pregunta ya que al principio del proyecto de «Between the Signs» no tenía ni idea de cuántas adaptaciones iban a ser necesarias. Poco a poco me fui dando cuenta de que, aunque los símbolos que uso como ejemplos no dependen en su mayoría de un idioma en particular, otros sí están basados en el alemán o en conceptos culturales o sociales que no funcionarían fuera de Alemania. Por ejemplo, en «Zwischen den Zeichen» para el concepto ‘trabajo, labor, empleo’ propongo usar como símbolo una simplificación del logotipo de la oficina de empleo alemana, algo parecido a una letra ’A’ grande o un triángulo, que es muy fácil de copiar. Sobre todo, es algo que todos los que viven en Alemania reconocen con facilidad. Para «Zwischen den Zeichen» era ideal, porque no hacía falta aprenderlo, ya que es algo que se conoce, se comprende, se relaciona automáticamente con el concepto del trabajo.
Sin embargo, «Between the Signs» se dirige a estudiantes de todo el mundo así que tenía que reemplazar todos los símbolos de contexto específicamente alemán por símbolos verdaderamente internacionales, como en este caso la señal de tráfico con la que se anuncian las obras. Además, dado que el inglés no es mi lengua materna, necesitaba que lo revisara un hablante nativo; Susan Ring me hizo el enorme favor de meterse de lleno en el manuscrito, y no sólo dio el acabado al texto inglés sino que también me señaló detalles que nunca habría notado sin su ayuda.
Un ejemplo: uno de los símbolos que uso con más frecuencia es el signo de interrogación ’?’. En mi letra se parece a una ‘S’ grande; Susan me indicó que ella apenas reconocía mi interrogación como tal y que para poder reconocerlo debería parecerse más a un gancho, como de una percha.

Seguro que tienes algún símbolo favorito y ejemplos de ideas que se te han resistido, para las que te ha costado encontrar un símbolo ¡Cuéntanos!

Uno de mis símbolos favoritos se lo debo a una estudiante que lo inventó espontáneamente en clase: acababa de introducir la idea de usar un rectángulo de tres lados abierto hacia abajo para indicar conceptos como empresa o negocio. Ella me sugirió poner una rayita vertical al lado del rectángulo y dijo: “este es el cliente, quiere entrar y comprar algo”; lo dijo como lo más natural del mundo, y fue tan simple y lógico que nunca se me ha olvidado, y dejé atrás el símbolo que siempre había usado para ‘cliente’ y adopté el suyo. Pero tienes razón, no es siempre tan fácil. Hablando de ‘fácil’, es un ejemplo perfecto del concepto de ‘facilidad’, ‘simplicidad’; llevaba mucho tiempo buscando un símbolo que me conviniera. Al final encontré un homófono inglés (‘ez’), que se pronuncia igual que ‘easy’, y a mí me sirve. Y eso es lo importante: un pictograma, un acrónimo, o lo que sea, tú tienes que relacionarlo con el concepto que quieres describir. Puede ser que no tenga sentido para nadie salvo para ti, pero da igual. En cambio, los signos más lógicos puede que no te sirvan para nada si te cuesta descodificarlos.

Imagino que escribir el libro ha sido un proceso de aprendizaje muy interesante ¿En qué te ha ayudado escribir este libro?

Lo que todavía me ayuda mucho, sobre todo con mi Blog, es haber aprendido a dibujar y grabar los símbolos en formato digital, cosa que nunca había hecho antes. Annette Wolf, la diseñadora gráfica a la que debo la composición y la portada de los libros, me lo enseñó con muchísima paciencia. Ahora, desarollar un pictograma nuevo, modificarlo, grabarlo y publicarlo en línea me cuesta sólo unos minutos.

¿Qué es lo que más te ha costado?

Escribir un libro siempre me recuerda a mi tesina de Máster, podría haber seguido escribiendo y redactando sin fin. Una de las catedráticas me aconsejó entonces que tenía que llegar a ‘despedirme’ del texto. Sin embargo, al escribir una tesina tienes una fecha de entrega. Al escribir un libro, tú tienes que decidir cuándo llega el día de entrega, tienes que identificar el momento en el que crees que el texto está bien, es suficiente, estás contenta – aceptando el manuscrito como esté, a sabiendas de que podría perfeccionarse aún más. Encontrar ese momento y despedirme del texto es lo que me ha costado más.

¿Y las nuevas tecnologías? ¿Qué crees que pueden aportar a la toma de notas y la consecutiva?

Seguro que ya aportan mucho a la enseñanza, posibilitando seminarios web y clases a distancia en general. También ha llegado a ser mucho más fácil hacer investigaciones durante la preparación de un trabajo. Pero a fin de cuentas, lo único que me hace falta para tomar notas durante la consecutiva son un bloc y un bolígrafo, y me encanta ser capaz de trabajar tan autónoma, sin cables ni baterías.

Antes de finalizar dinos cuál es tu libro favorito sobre interpretación, aparte de «Between the Signs» ?

No es un libro sobre interpretación en el sentido científico, sino más bien una obra literaria. Para mí describe a la perfección nuestro trabajo, ese viajar entre varios mundos, no sólo lingüísticos sino mentales, para volver a regresar siempre a tu propia casa, tu mundo más privado: «Corazón tan blanco» de Javier Marías.

 

¡Gracias, Judith!

¿DEBO ESPECIALIZARME SI QUIERO VIVIR DE LA TRADUCCIÓN?

Una de las preguntas que los traductores que están empezando nos hacen más a menudo es sobre la especialización: si es o no necesaria, cómo se llega a ella y cuándo se debe empezar. En esta entrada responderemos a estas dudas.

Aprovechando que la mayoría de nuestros clientes y amigos abogados están de vacaciones, vamos a dedicar este mes de agosto a hablar de forma intensiva sobre cuestiones profesionales del mundo de la traducción.

En septiembre retomaremos los artículos sobre inglés jurídico con una nueva aportación a nuestro diccionario.

Comenzamos hoy esta miniserie respondiendo a una de las dudas que con más frecuencia nos trasladan las personas que están empezando en este mundo.

Es una entrada larga, avisamos.

Otra advertencia: no busques estadísticas, ni datos refrendados por concienzudos estudios de mercado en este artículo. Lo que encontrarás a continuación es solo nuestra opinión personal.

Aunque esperamos que, al menos, la tengas en cuenta.

¿Debo especializarme para poder vivir de la traducción?

Respuesta corta: un  rotundo.

Respuesta larga: hay muchas formas de vivir de la traducción y de construir una carrera profesional. Podría decirse que tantas como traductores, pues cada uno tiene la suya.

Pero, por desgracia, no todo el mundo vive igual de la traducción y no todo el mundo disfruta de su profesión tanto como le gustaría.

Según nuestra propia experiencia, y la de otros muchos colegas con los que hablamos a diario, los traductores que más disfrutan de su trabajo, y a los que casi nunca les falta, son los más especializados.

Por otro lado, lo que también vemos es que los traductores que más se quejan de las tarifas, de los clientes, del intrusismo, etc., son los que, o bien no están nada especializados, o bien llevan tiempo dedicándose a varias cosas sin terminar de decidirse nunca por ninguna de ellas.

Ya contamos en este blog que estamos convencidos de que el futuro de la traducción pasa por la especialización. Lee esta entrada (aquí) si quieres saber por qué.

Nunca nos cansaremos de repetirlo: para lo fácil ya está Google.

Seguro que no quieres ser reemplazado por un algoritmo antes de que puedas hacerte un hueco en este mercado, ¿verdad? Especialízate.

¿Cuándo debo comenzar a especializarme?

Al principio, cuanto antes, mejor. Pero no desde el primer día.

Déjanos explicarte.

Es cierto que el camino de la especialización no es sencillo. Salvo que vengas de otro mundo profesional y tengas una carrera en otra disciplina, especializarse puede ser complicado.

Pensamos que tomar esta decisión en el primer año de tu carrera como traductor no es lo más aconsejable (salvo que lo tengas muy claro y, aun así, ojo: no descartes cambiar de opinión).

Uno o dos años en tus inicios traduciendo de todo pueden ser muy útiles. Te servirán para conocer por dentro el mundo de la traducción profesional, saber cuáles son los campos y los tipos de textos más demandados, darte cuenta de cuáles te gustan más y, de paso, coger un poco de experiencia en algunos de estos campos.

Después de haber trabajado algún tiempo como generalista (preferiblemente en los inicios de tu carrera), te recomendamos que elijas uno o dos campos para profundizar.

Dedícale el tiempo necesario a esta decisión y elige bien, ya que durante los próximos años vas a invertir mucho tiempo y esfuerzo para formarte en el campo o los campos que elijas.

Otro consejo que nos permitimos darte es que no elijas más de dos y, a ser posible, elije que estén relacionados. Por ejemplo: traducción médica + farmacéutica; jurídica + financiera; ingeniería + arquitectura; informática + telecomunicaciones.

(¿Te has dado cuenta de que no mencionamos la TAV ni la literaria? Otro día te contaremos por qué).

Deben ser campos complejos, cuanto más, mejor (recuerda: para lo fácil ya está Google y tú no quieres pasarte el día quejándote de las tarifas ni de la competencia, ¿verdad?); y que tengan demanda, obviamente. De poco sirve especializarse en la cría del caracol malayo coreano-español.

¿Cómo se llega a la especialización?

Ya te hemos adelantado lo que pensamos: los primeros años son clave.

Si en ellos traduces un poco de todo irás viendo lo que más te llena, los campos en los que te sientes más a gusto y en los que no te importa pasarte horas investigando.

Por otro lado, trabajar para agencias de traducción que te vayan mandando trabajos variados te servirá para saber cuáles son los textos más demandados. Algunas agencias están especializadas en ciertos campos. Por ello, si trabajas para varias empresas diferentes tendrás una mejor perspectiva.

Ten los ojos y los oídos muy abiertos. Participa en redes sociales, acude a congresos de traducción o reuniones de traductores, habla con otros colegas (cuantos más mejor). Escucha a todo el mundo, cada uno tiene su historia.

Con el tiempo empezarás a tener un cierto feeling de cuáles son las áreas de especialidad que el mercado demanda y en cuáles de ellas no te importaría pasarte los próximos años de tu vida.

Una vez que te hayas decidido tendrás que estudiar mucho, mucho, mucho. Más de lo que has estudiado nunca.

Bueno, ¡os estáis pasando!, pensarás. Nope.

Recuerda que has elegido un campo complejo del saber y que tú eres un trabajador del conocimiento. Vas a tener que pasarte el resto de tu vida aprendiendo.

Si te decides, pongamos por caso, por la traducción jurídica, estarás dando el salto a un mundo, el Derecho, donde hay jueces, abogados y fiscales que llevan décadas investigando sobre Derecho penal, concursal, laboral o fiscal y confiesan que les queda un mundo por saber.

A ti no se te va a exigir ese nivel de profundidad, pero deberás dominar bien sus principales conceptos, su jerga y sus tecnicismos para que tus traducciones les resulten útiles a tus clientes.

Cuanto más sepas mejor traducirás, cuanto mejor traduzcas más trabajo tendrás, cuanto más trabajo tengas mejores tarifas podrás pedir…

Esto no es un secreto: los especialistas de cualquier campo son los que más ganan.

¿Tengo que estudiar otra carrera?

Si quieres hacerlo y puedes (es decir, si tienes el tiempo y los recursos necesarios), adelante. Obtendrás muchos conocimientos y una gran base. Pero no es obligatorio.

Hay muchas formas de aprender sobre la materia que has elegido para especializarte. Muchas de ellas gratuitas y otras con un precio razonable. Deberás tener criterio y constancia.

Los másteres (no los de traducción, sino los específicos de cada campo) son una buena opción. Nosotros, sin embargo, te recomendaríamos que empezaras por un curso más breve de 3-4 meses que te permita profundizar en el campo elegido.

Cuanto más práctico, mejor y cuanto más acceso tengas al tutor que lo imparte, también. El máster puede venir después.

En esta entrada te damos 5 consejos para elegir un buen curso de formación.